jueves, 25 de agosto de 2011

Quiero que huelas noviembre conmigo.

Tiene muchísimo que no escribo. Este no es la gran cosa, pero a ver qué tal.


Este año empecé a notar que el agua cae en exceso del universo, formando constelaciones cristalinas en las ventanas, haciendo sinfonías todo el día.
Este año empezamos a vernos entre ruido para gritar, para enredarnos la piel, para enrojecer, para escupir gemidos y al final del día despedirnos sin un abrazo.
Me gustaría que me soplaras moras al oído, que me observaras como si fueses una cortina, que tus manos me olieran como si destilara vainilla. Quisiera que me contaras lo que sientes cuando ves negro o cuando escuchas una pera; que me envolvieras y olieras a clavel, que comieras nubes conmigo, que rozaras mis piernas, que embotellaras un árbol para mí, que bañaras mis hombros con mar... Quiero que tengamos nebulosas en la panza, cerezas en los ojos y labios de mermelada.
Tú sólo puedes darme un collar de manzanas. Mientras las observo mis pestañas se desangran.
Aquí estoy, viendo a mi sombra ver caer el agua en exceso del universo.

lunes, 23 de mayo de 2011

Mi amor es salado.

Normalmente no me gusta explicar de qué hablan mis textos. Pero para que este cumpla la función que yo quiero diré de qué se trata: "" es una pequeña historia que trata sobre una chica que es amante del mar.

Despertaba entre tu arenoso alrededor como las diosas del Olimpo, entre la diminuta materia infértil que besaba cada poro de mi tostada piel. Respiraba conscientemente mientras aguardaba con terror tu llegada.
Tus burbujeantes y blancas extremidades escalaban con elegancia mis manos y pies. Me adentré en ti con contracciones, serenidad, desafío y una patética entrega.
Observaba tu majestuoso azul, tu asquerosa vida, tu fluido movimiento, tu impenetrable fuerza, tu sofocante belleza...
Me iba hundiendo, mi poder dilataba las pupilas de la hierba, hacía a mis venas jadear. Me acercaba, trazabas espirales invisibles entre mis piernas.
Ahora me cubrías por completo. Dejé de pisar la Tierra, ya no pertenecía a ella. Flotaba en medio de la luz filtrada.
Latíamos al mismo compás mientras me susurrabas olas sobre el hombro. Todos tus minerales saboreaban mi cabello sin gravedad.
Bailábamos, girabas mi cuerpo, manipulabas mis miembros, sostenías mis órganos.
Cuando quisiste bañar mis labios entraste con violenta euforia a mis pulmones. Mi cerebro se congeló, mis entrañas no respondieron, mi sangre colerizaba por salir.
Palidecía, ya no te sentía, me amabas, me estrujabas y me decías tiernamente: adiós.
Abrazaste mi inerte cuerpo hasta devolverlo a la orilla.

sábado, 14 de mayo de 2011

Radiante Gris.

Lo claro de las hojas verdes, lo oscuro del lodo.

Lo claro de las faldas que vuelas, lo oscuro del teatro sin luces.

Lo claro de la piel, lo oscuro de salpicar sangre.

Lo claro de las ventanas con cortinas que besan, lo oscuro de lo podrido.

Lo claro del polvo de colores, lo oscuro de la agonía.

Lo claro de la sal marina, lo oscuro del océano que ahorca.

Lo claro de los rizos enredados, lo oscuro de las venas enredadas.

Lo claro de las mejillas rosadas, lo oscuro de los órganos atravesados.

Lo claro de besitos en el estómago, lo oscuro de las lenguas cortadas.

jueves, 31 de marzo de 2011

lunes, 21 de febrero de 2011

I'm going too.



Autorretrato.

sábado, 5 de febrero de 2011

jueves, 27 de enero de 2011

El erotismo

El erotismo que crean las nubes al salir de tu boca, acariciaban mis labios color vino mientras los pétalos de tu rostro rozaban mi ombligo; al oler los trozos de estrella que tu cabello enredado emanaba, sabía que no quería regresar más. El erotismo de tus venas al estrecharse contra mis ojos de almíbar, me estremecía con caramelo sobre la espalda. El erotismo de tus calles empedradas, desprendía el olor de aquella piel, café con mar. La sensualidad de tus seis cuerdas aprisionaba mi cadera, y así el chocolate ardía y danzaba. Al brotar el sonido del melocotón, los hilos de colores consumían mis senos, la verdura se enlazaba con mis dedos, y las semillas hipnotizaban la sal.

El erotismo de las fresas ahogadas en nuestras gargantas, me llenaban de euforia al escuchar tu viento sobre mi nuca. La calma de nuestras piernas soldadas, me producía una sensación de olas violentas pero amorosas. La sensualidad de tus manos, desprendía humo y pintura; charlaban conmigo y mis bordes. Tu mirada quemaba tiernamente los poros de mi piel.

El erotismo de tus brazos moviéndose con suave gracia como la leche, hacía brotar sudor de mi frente, que le regalaba zarzamoras a tus labios con encantos de sirena.

El erotismo de congelarte en el tiempo, de explotar tus mariposas y recordarte con nuevas burbujas sobre mi pecho.