jueves, 25 de agosto de 2011

Quiero que huelas noviembre conmigo.

Tiene muchísimo que no escribo. Este no es la gran cosa, pero a ver qué tal.


Este año empecé a notar que el agua cae en exceso del universo, formando constelaciones cristalinas en las ventanas, haciendo sinfonías todo el día.
Este año empezamos a vernos entre ruido para gritar, para enredarnos la piel, para enrojecer, para escupir gemidos y al final del día despedirnos sin un abrazo.
Me gustaría que me soplaras moras al oído, que me observaras como si fueses una cortina, que tus manos me olieran como si destilara vainilla. Quisiera que me contaras lo que sientes cuando ves negro o cuando escuchas una pera; que me envolvieras y olieras a clavel, que comieras nubes conmigo, que rozaras mis piernas, que embotellaras un árbol para mí, que bañaras mis hombros con mar... Quiero que tengamos nebulosas en la panza, cerezas en los ojos y labios de mermelada.
Tú sólo puedes darme un collar de manzanas. Mientras las observo mis pestañas se desangran.
Aquí estoy, viendo a mi sombra ver caer el agua en exceso del universo.

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